Desde el 16 al 21 de agosto el Santo Padre Benedicto XVI va a reunirse con los jóvenes en Madrid, España. Muchas personas se preguntan ¿qué significa esto? ¿Por qué es tan importante para el Pontífice Máximo de la Iglesia Católica reunirse con los jóvenes? Es más… yo diría que la pregunta que debe de andar rondando la mente de muchas personas es si los jóvenes desean reunirse con el Papa.
En un mundo donde la decadencia es tan real, donde la vida ya no se respeta, donde el que más tenga es el que manda y el egoísmo rige los destinos de la humanidad, ¿qué hacen estos muchachos viajando a España para ver al Papa?
No se nos ha ocurrido pensar que los jóvenes no son la esperanza del mañana, al contrario son la iglesia del presente que está creciendo y que está manifestando que tiene sed y hambre de Cristo. Que reconocen en el Vicario de Cristo al guía que se nos dejó para ayudarnos y dirigirnos en la construcción del Reino. Ese Reino que generaciones anteriores se han cansado de esperar, ese Reino que muchas personas han dado por vencido y que ya no viven con ilusión.
Nuestros jóvenes han descubierto la verdad del Evangelio y reconocen que solos no pueden llegar a la santidad, que necesitan un guía en este mundo, un ejemplo, alguien que los motive a seguir hacia delante y que les demuestre que seguir a Cristo no solo vale la pena, vale la vida.
Es por esto que viajan, es por esto que van a ver al Papa, pero más importante es por esto que El Santo Padre busca de ellos, para alimentar su esperanza, para ver como lo que para muchos puede ser una iglesia que esta decayendo, pero que en nuestros jóvenes se muestra fuerte y entusiasta… como bien escribió el poeta Rubén Darío en su poema Canción de otoño en primavera: “Juventud divino Tesoro… ¡ya te vas para no volver! “ Y eso los jóvenes lo entienden, no quieren que sus años de energía y entusiasmo pasen en vano y que al final no le hayan dado a nuestro Dios lo mejor de ellos.
El Papa recarga baterías cuando ve esta energía, cuando ve la Fortaleza, la disposición de estos jóvenes y el también se siente joven, se rejuvenece en su fe y renueva sus fuerzas para trabajar en la encomienda depositada sobre sus hombros por Dios.
Para mí este es el mejor legado que dejó el Papa Juan Pablo II, siempre Joven.
Pidamos a Dios que nuestra Iglesia siga siendo joven, con su energía y fuerza para lograr la salvación de las almas.
Sigamos orando el uno por el otro
P. Héctor
foto tomada de : http://es.wikipedia.org/wiki/Jornada_Mundial_de_la_Juventud_2011
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