Para los 80’s yo trabajé en una tienda de ropa para caballeros. Fue una experiencia muy buena donde desarrolle, gracias al “Oso “como respetuosamente de una forma cariñosa pero que tenia cierto dejo de miedo, llamábamos a nuestro jefe. Este señor nos enseño a todos un gran sentido de responsabilidad y fidelidad a nuestro patrono.
Una de las cosas que nos decía era que teníamos que trabajar con orgullo por lo que hacíamos, que no era una labor insignificante, que había mucha honra en trabajar en esta humilde tienda que visita tanta gente… inmediatamente nos daba una escoba y nos enviaba a barrer la cera, o nos pedía que limpiáramos el baño, o los cristales del escaparate… o simplemente nos gritaba “pendiente al cliente”.
Yo aprendí mucho de este señor. Un día me recuerdo me dijo que cuando el decía pendiente al cliente no era solo para que saliéramos a la calle a buscar las personas, lo que el pretendía e que le diéramos toda nuestra atención a ese cliente, comprara o no.
Siguiendo su consejo, un sábado, tiempo de graduaciones, me tocó atender a una familia que querían una chaqueta para su hijo. El gusto del muchacho y el de los padres no era el mismo. Era el tiempo de Miami Vice y el muchacho quería una chaqueta como la de Don Johnson, color pastel. Muy emocionado el muchacho se mide la chaqueta y sale a buscar la aprobación de sus padres… estos lo miran y con un gesto de horror el padre le dice en tono firme… ¡Muchacho! Quítate eso que esta mas fea que un pecado mortal” .
Ese día me reí y todavía cada vez que me acuerdo del suceso me da gracia, pero en realidad , pensar sobre el pecado mortal no es nada gracioso, sobre todo los efectos que tiene en nuestra alma y en nuestra relación con Dios.
El problema es que la humanidad ya no tiene conciencia de lo que es un pecado mortal y del el efecto que causa en nosotros. Hemos aceptado todo tal y como es sin verificar si es bueno para nuestra alma y si afecta nuestra relación con Dios. Nos preocupamos por vernos bien y tener una imagen que sea aceptable al mundo… pero ¿qué hay de nuestra alma? ¿vamos a permitir que el pecado mortal la transforme con su fealdad?
Nuestra alma es preciosa, fue el regalo que Dios nos dio para que la cuidáramos con un celo especial. No permitas que la fealdad del pecado transforme tu alma. Concientízate sobre lo que es malo y lo que es bueno, no te dejes llevar por la corriente y comienza a vivir una vida bella, llena de felicidad y de Gracia.
Mira que te mira Dios, mira que te esta mirando, mira que vas a morir, mira que no sabes cuando” – San Agustín de Hipona
En los brazos de María
El Cura.
Muchas Gracias…