Anoche estaba viendo, mejor dicho recordando y disfrutando mientras veía los dibujos animados de Pinky y Cerebro (Pinky and the Brain) que mucho me pude reír… dos ratones de laboratorio tratando de hacer lo imposible para los seres humanos, tratar de conquistar el mundo. Lo curioso es que no importa cuantas veces tratan y fallan, Cerebro esta determinado a que si hoy no funciona mañana tendrán éxito. De ahí viene la clásica pregunta… “¿Y que vamos a hacer mañana?… Lo mismo de ayer… conquistar el universo.” Esta frase lo dice todo.
¿Cuantas veces nos hemos sentido que queremos conquistar el Universo y al final nos damos cuenta que no podemos? Pues buen, hoy vamos a reflexionar sobre nuestro plan para conquistar juntos el Universo. Si, estas leyendo bien, ¡VAMOS A CONQUISTAR EL UNIVERSO! Y de que manera, sin desfallecer y tratando todos los días.
Lo que pasa es que el diablo esta conquistando poco a poco el Universo, sin darse cuenta de que el no tiene nada que ver con algo que no le pertenece. Dios, por otra parte, es el Creador del Universo, Su Hijo, es el Señor del Universo y el Espiritu Santo es el motor que mueve el Universo. Dicho esto te pregunto ¿Dónde queda el diablo? Te pregunto porque yo no veo que el sea parte de la ecuación, digo el piensa que lo es, pero no lo es.
Es por esta razón que no debemos desfallecer en la conquista del Universo, somos los soldados de Dios y para esto hemos sido llamados. Muchos sean hecho sordos a esta llamada y tan pronto se pone la piña agria… nos quitamos de la misión que se nos ha encargado. No hay porque tener miedo, Dios esta con nosotros y el nos da la fuerza, sabiduría, voluntad y todas las demás herramientas que necesitamos para poder triunfar.
Unámonos para arrancar de las garras del mal lo que dios con tanto cariño hiso para el disfrute de sus hijos e hijas. Recuerda que no hay mejor titulo que el que compartimos, el de ser hijos e hijas de Dios por la gracia del Bautismo.
Ahora te pregunto de nuevo…¿Y que vamos a hacer mañana?
Sigamos orando el uno por el otro
En los brazos de María
p. H