Homilía 1/8/2012
La mirra sale de la savia de un árbol y es una sustancia lacrimosa, es una sustancia que cuando se seca sale en forma de una gotita y es roja. Hay personas que dicen que el rojo tiene que ver con la humanidad de Cristo y que la forma de la lágrima tiene que ver con la pasión de Cristo. Otras personas han dicho que el oro es otra representacion del reinado de Cristo. El incienso es la prescencia de Dios en nuestra vida espiritual y la mirra era un unguento que se usaba para cerrarle las heridas a los muertos en el momento de enterrarlos. Por lo tanto la mirra es un símbolo de sufrimiento. Lo cual me lleva a pensar que desde que Jesucristo nace está siendo proclamado Rey, está siendo reconocido como Dios, pero también se le está profetizando una vida de sufrimiento.
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El incienso es nuestra señal de sacerdocio. Alguna vez ha visto usted subir su oración al Señor? Si usted se pone a pensar el humo del incienso que sube es un símbolo de que nuestra oración sube al Padre y que Dios la acepta con agrado por el buen olor que tiene. Cuando usted eleva una oración al señor es como el incienso para que tenga buen agrado.
Cada uno de nosotros, desde que nacemos, padecemos de algún sufrimiento. Desde el principio del evangelio se nos dice que Cristo abrazó ese sufrimiento. Es presentado por los reyes al Señor. La situación es esta; ¿Lo tenía que aceptar? NO ¿Lo aceptó? SI. Nosotros debemos hacer como los reyes; debemos presentarle nuestro oro y nuestro incienso, presentarle nuestros sufrimientos, porque el sufrimiento de nosotros es más fácil de cargar cuando se carga con Cristo. Porque Cristo lo acepta. El sufrimiento es parte de ese ofertorio.
Escuche este mensaje en el video adjunto a este bololog…