A: Jesús
Querido Jesús: Para mayo del año 1974 te escribí una carta, y todavía tiemblo al recordarla. En la misma te decía que mi persona había sido objeto de algunas críticas y de cómo me relajaban por las cartas, que en aquel entonces había escrito.
Todavía me es difícil escribirte, cuando es más fácil hablarte. Y con tantos libros escritos sobre ti… que más tengo yo que decir.
Pero… Después que me eligieron para ser cabeza de tu Iglesia, solo pude decir que sí. Este sí, que sin comprender tus designios, di de corazón. Y me sentí como el ser más tonto de la tierra, pues dices en el evangelio que la sabiduría les será dada a los ignorantes para que vean que todo viene por el espíritu de Dios.
En realidad, solo quiero felicitarte en tu cumpleaños. Nunca sacamos tiempo para pensar en esta fecha tan importante. Y de como naces en un pesebre, tan pobre y en condiciones deplorables. No sé si decir pobre María y José, que no te pudieron dar grandes acomodos, o si decir Dichosos y benditos pues te dieron más de lo que los padres le dan a sus hijos hoy… Y por qué no… Los Obispos y curas también.
Tú naciste sin nada y María y José te dieron el calor y amor de una familia. No necesitaste de regalos caros, ni de nintendos y videos. Tuviste lo que falta tanto en nuestra humanidad… Amor.
A nosotros nos falta mucho para poder ser como tú. Hoy tenemos tanto que se nos olvida darnos, y pensamos que el que ya seamos Cardenales, Obispos, curas o padres de familia ya hemos cumplido con la voluntad de Dios. Pero… ¿Dónde dejamos el amor?, la consabida caridad de la que tanto hablamos y nos negamos a llevarla a cabo?
Jesús… Tú eres nuestro ejemplo pero sabes que imitarte nos cuesta mucho. Se supone que sea yo quien te regale en este tu cumpleaños… Pero perdóname el atrevimiento de pedirte que seas tú el que me regale la gracia de amar más a mis hermanos viendo en cada uno de ellos tu rostro reflejado.
Albino Luciani
25 de diciembre del 2001
