Hoy celebramos la fiesta del Bautizo del Señor, un momento fundamental en la vida de Jesús y, por extensión, un acontecimiento clave para cada uno de nosotros. En este día, recordamos cómo Jesús, sin necesidad alguna de arrepentirse, decide someterse al Bautismo en el río Jordán. Un acto que, aunque parece un gesto de humildad, es en realidad un paso decisivo para comenzar su misión en el mundo. Jesús, en su bautismo, no solo nos muestra la obediencia al Padre, sino también cómo iniciar un camino de servicio, de entrega y de amor hacia los demás.
Ahora, hablando de servicio, humildad y valentía, quiero recordarles a todos ustedes a un personaje que, aunque no tiene nada que ver con la Biblia, nos puede enseñar algo muy importante sobre el sentido del compromiso, la valentía y el amor por los demás: el Chapulín Colorado.
¿Quién no recuerda al Chapulín, ese héroe de la comedia mexicana, que, con su traje rojo y su chipote chillón, enfrentaba cualquier peligro con valentía, a pesar de no ser el héroe más fuerte ni el más inteligente? Él mismo decía: “¡No contaban con mi astucia!” Pero, más allá de las bromas, el Chapulín siempre buscaba ayudar, y a pesar de sus errores y limitaciones, nunca dejaba de intentarlo. Si hay algo que podemos aprender del Chapulín es que, incluso cuando sentimos que no somos suficientes o que estamos enfrentando algo demasiado grande para nosotros, debemos actuar con el corazón dispuesto a servir.
Y este es un punto clave para nosotros, especialmente cuando pensamos en el Bautizo del Señor. Jesús, al recibir el Bautismo, no tenía que hacerlo. No necesitaba arrepentirse, no tenía que pasar por ese rito de purificación. Sin embargo, lo hizo para ser solidario con nosotros, para mostrarnos el camino del servicio. Jesús no vino a ser servido, sino a servir. Y en su humildad, dio inicio a su misión de salvar a la humanidad.
Al igual que el Chapulín Colorado, quien nunca se daba por vencido, Jesús nos invita a no rendirnos en nuestra misión cristiana. No importa si tenemos limitaciones, no importa si pensamos que no estamos preparados. El Bautismo nos otorga la fuerza del Espíritu Santo, que es más que suficiente para llevar a cabo lo que Dios nos llama a hacer. Como el Chapulín, podemos sentirnos inseguros, pero si seguimos la voluntad de Dios y actuamos con amor y fe, nunca estaremos solos.
Hoy, en la Fiesta del Bautizo del Señor, se nos recuerda que todos somos llamados a servir. Tal vez no con un chipote chillón o con una capa roja, pero sí con el corazón lleno de la misericordia y el amor de Dios. Cada uno de nosotros, a través del Bautismo, se convierte en “héroe” en su propia vida y en la vida de los demás, porque el Espíritu Santo, que desciende sobre Jesús en su Bautismo, también desciende sobre nosotros, llenándonos de fuerza para cumplir con nuestra misión, por pequeña o grande que sea.
Así que, al recordar a Jesús en su Bautismo, pensemos en cómo podemos servir más y mejor, no solo a nuestros hermanos y hermanas, sino a Dios mismo. Como el Chapulín, que nunca abandonaba su misión, nosotros también debemos recordar que la gracia de Dios está con nosotros en cada paso que damos, y que, con la fuerza del Espíritu Santo, podemos enfrentarnos a cualquier reto, por difícil que parezca.
Que, como el Chapulín, aprendamos a no tener miedo a los desafíos, a seguir adelante con valentía, y a poner siempre el bien de los demás por encima de nuestro propio bienestar. Que vivamos con la certeza de que, como Jesús en su Bautismo, estamos siendo enviados a servir y a traer el amor de Dios a todos los que nos rodean.
Que el Señor nos bendiga, nos fortalezca y nos ayude a vivir con la misma valentía y determinación para cumplir nuestra misión cristiana, y que siempre tengamos presente que, a pesar de nuestras limitaciones, ¡nunca faltará la gracia de Dios para cumplir lo que Él nos ha llamado a hacer!